En el ombligo de la luna






Entre los campos llenos de rosas y los cultivos de arroz, me persigue el astro mayor bendiciéndome con las vistas que me da en el horizonte;
Increíbles  montes tapizados color verde, nubes grises y blancas se pelean mis cielos,
a lo lejos, por este y oeste se ven sólo las siluetas de las sierra madre que nos protegen de intrusos algunos, encantándonos con su majestuosidad.
Veo una montaña humeante color naranja, maquillada de blanco que me hace despertar;
del otro lado, entre los cerros y montes se asoma a darme los buenos días otra pequeña pintada de blanco.
Qué afortunada criatura la que puede observar esto, la que se llena de vida al asombrarse cada que mira hacia delante, que afortunada es al cuidar la hermosura de este maravilloso lugar.
En el ombligo de la luna, es ahí el único lugar donde se encuentra esto, donde los hombres hablan con los árboles, donde los hombres caminan por senderos para encontrarse ellos mismos, es aquí en el ombligo de la luna donde siempre quiero estar.





Mimí



Yo esperaba la nada desde mi ventana, nos vimos cuando regresé en viernes de  la escuela, recuerdo bien ese día, rumores me habían llegado que de ciudad se había cambiado, así de la nada ella llegó hasta la puerta del edificio. Me vio con la mirada fija, bien sabiendo que en realidad pensaba en ella, tocando el timbre como loca –Sólo vengo por un instante- gritó al momento que agaché mi vista hacía la calle. Creí soñarla despierta hasta que volvió un grito dándome casi una instrucción –¡Ábreme!-, ningún remedio tenía mas que el de abrirle y obedecerla; no dejándome pensar en otras opciones, bajé corriendo las escaleras -me sorprende haber casi volado a su llamado-, desde el tercer piso hasta la planta baja. Abriendo la reja la vi más bella, su cabello estaba teñido de castaño, su piel era más blanca, a sus ojos siempre abiertos y su dulce voz ya no los recordaba, su sonrisa tenía algo extraño, me pareció un rojo exagerado, estaba ella fumando como de costumbre al esperar algo, así se aventó a mi cuello besándome los labios. A pesar de haber sido un beso corto, su lengua quería jugar muy rápido, cerré la pequeña reja amarilla del edificio preguntándole cómo estaba, intentaba evadir lo que me estaba imaginando podría suceder si le seguía el juego, fumó para sonreír mientras expulsaba el humo por su nariz, se recargó a la pared de las escaleras contestándome que cuando lleguemos a mi departamento me contaría, yo no quería que sucediera todo lo que me estaba haciendo pensar pero, quería besarla allí en las escaleras, quitarle la blusa, besarle el cuello y acariciarle el pecho. No podía estar pensando en eso, nos habíamos visto un par de veces aquel semestre, teníamos mucho que platicar -o al menos yo tenía muchas preguntas que necesitaban sus respuestas-, para mí no era nada justo que llegara cuando quisiera y menos si sólo quería que pasara mi lengua sobre sus labios, sus ricos y suaves labios color rojo. No sé si me reía de nervios por volver a verla o si fue por desesperación de no querer hacer nada. Era invierno, de esos inviernos cuando el sol quema los huesos en la tarde pero el viento es tan frío que prefieres estar bien cubierto, esos mismos inviernos donde es obligatorio tener prendida la calefacción para hacer casi casi un sauna, pues en la noche baja a cero la temperatura, lo que te obliga a estar en tu cuarto con la ropa más ligera que te encuentres y un suéter como para disimular; así bajé a abrirle, tenía puesto un blusón de algodón blanco a media pierna como pijama, una pequeña trusa negra de encaje y como ende, sostén negro. Subiendo, del primer al tercer piso, no dijimos nada,  ella me iba siguiendo como si se le hubiera olvidado dónde vivía. Metiendo la llave a la chapa, se atrevió a agarrar mi mano, la volteé a ver sonriéndo, dejándola llevar mi mano hacia su espalda, mi otra mano estaba quieta, todo estaba pasando en cámara rápida, me aventó hacia la puerta de mi vecino besándome como lo había hecho en la reja de abajo, sus dos manos apretaban mis nalgas y así logró subir mi blusón sin que yo me diera cuenta, mis manos estaban estáticas y mis ojos abiertos, sentí sus manos frías que buscaban quitarme la trusa, me hice a un lado abriendo desesperada la puerta -sí que hacía calor en ese lugar-. Fui directo a la cocina por dos vasos de agua y un cenicero, llegando a la sala, la vi top less, desabrochándose sus jeans,  dejé los dos vasos de agua y aquel cenicero de aluminio en la mesita de centro, prendí un cigarro disfrutando ver lo que hacía. Mimí en general se veía diferente, tenía un tatuaje de un árbol de Cerezo en la parte izquierda de su dorso, justo debajo de su redondo y firme pecho, tenía una cruz de colores igual a la mía, ahí, exactamente en la parte derecha del hueso de su cadera, un brillante colgaba de su ombligo haciéndola ver más delgada de lo que era. El reproductor de música seguía sonando y yo ya estaba más que convencida que no podía evitar lo que en realidad quería hacer en ese momento, mis pensamientos cambiaban cada tres segundos, cada que ella daba un paso moviendo exagerando su cadera, cada que respiraba, cada que mi corazón daba una pulsación, seguía fumando sin saber que seguía fumando. Se sentó en el brazo de mi sofá favorito, acariciándome el cabello me preguntó qué era lo que me estaba pasando y que en qué momento cambié tanto… y bueno, ¿qué podía yo decir? Mi cabello era 6 meses más largo de la última vez que sus dedos lo peinaron en ese mismo sofá, además tenía unos mechones blancos,  mi nariz tenía una nueva perforación y ya no usaba un pequeño diamante, eran dos argollas plateadas, mis lentes para leer se los cambié por unos cuadrados, como los que usaba en secundaria; –Te ves más ñoña que nunca- se atrevió a decirlo mientras me besaba el brazo que aún tenía la colilla del cigarro y mientras se acorrucaba en mi hombro, no me quedaba otra que contestar la verdad de cómo yo la veía –Tú te ves más sexy-, me estiré al cenicero para poder dejar ahí la sobra de lo que no se fuma. Las dos estábamos ahí sentadas, sin decir una palabra, mi mente viajaba en pensamientos que podía hacer al instante acciones, mis ojos estaban puestos sobre las persianas de los ventanales, ella seguía hecha bolita, con su cabeza sobre mi hombro. El gato también se me acercó para que lo acaricie, en realidad no podía atender a los dos, necesitaba pasar mis manos por el cuerpo más suave de ese departamento, subí mis piernas para sentarme en posición de flor de loto, estiré mi mano para acariciar la suave espalda de Mimí,  su olor a vainilla había penetrado seguramente ya en las vestiduras de la sala, su boca juguetona besaba mi cuello. Deteniéndose en la oreja, llevó mis manos a sus dulces pechos, dónde las yemas de mis dedos masajeaban suavemente y en círculos los marrones pezones, pellizcando y estirando hasta que me dejara de morder el labio inferior, ella lo hacía sentir doloroso aunque no quería que parara nunca, respiraba sobre mi boca rápidamente, me apretaba los brazos excitándome cada palpitar, de repente se paró, en verdad no podía dejar que parara en ese momento, me paré tras de ella quitándome el blusón, llevándola hacía la pared, su cabello se estaba enredando con el mío. Mis dedos re-encontraban la parte más húmeda de su cuerpo cada instante que nos veíamos en mi departamento,  ella buscaba un lugar donde poder descansar sus piernas, las que se abrían de poco en poco, llamándome a besarla y saborear tantas semanas de asueto entre las dos. Mimí hacía un gesto corto y respiraba más fuerte, lo que me hacía seguir más rápido sobre ella. Aún no pensaba en nada cuando invadimos el sillón más largo, tiramos los cojines al suelo;  ella o yo, quizá las dos caímos nuevamente en nuestro juego, mis piernas estaban dobladas, mis rodillas tocaban el sillón, mis manos me ayudaban a darle la bienvenida a la señorita por su regreso, la temperatura de la calefacción subía, pero su boca succionando despacio mi clítoris y su lengua remojándolo me mantenía con ese escalofrío que regresa cada que recuerdo.


Reencuentro



"Veo a través del tiempo,
Siento el frío de tu cuerpo,
respiro los besos de recuerdo
temo regresar a nuestro infierno
acepto esos días de encuentro."

                                   Febrero 2014.



Ahí,  sentado sobre la banqueta de mi calle favorita, de la calle de mi departamento, estaba justo frente de mi balcón, fumando, como que esperando a alguien, siempre imaginé que  él nunca me había visto cruzar por esa calle a la misma hora que él se sentaba a leer, yo pasaba casi corriendo para seguir siendo invisible en aquella ciudad, ya no quería ser la nueva en ningún lado, no quería responder a las preguntas tontas de las personas cuando intentan ser “amables” y lo único que te provocan es que te molesten;  estudiaba literatura en una pequeña escuela que me quedaba a la vuelta, no le hablaba a nadie en mis clases, me era difícil mantener una plática con mis profesores, en el almuerzo salía a una cafetería a pedir siempre jugo de naranja recién hecho (en mi termo color rojo), cocktail de frutas con cereal integral y un huevo estrellado encima de pan tostado, regresaba a clases y era completamente lo mismo, poner atención, escribir, leer y escuchar, te digo que saliendo de la escuela casi-casi iba corriendo para pasar desapercibida, subía las escaleras del departamento más relajada, entraba a la cocina por alguna fruta e iba directo a sentarme en ese balcón, sin que nadie pudiera verme, observaba a la gente que pasaba caminando con mucha tranquilidad, veía a muchas parejas pasando, besándose, jugando quien sabe qué cosas, lo veía a él, sentado, leyendo, de repente lo saludaban y él sonreía muy sincero, era lindo mantenerme en el anonimato, pero no lo aguanté más, yo también fumaba en mi balcón, un día,  el estúpido gato que vivía conmigo tiró el cenicero, obviamente por el escándalo,  mi chico de la sonrisa sincera y ojos grandes, subió su cabeza, hicimos contacto visual, me volví vulnerable tres segundos, de inmediato agarré al gato, cerré la cortina de mi entonces favorito lugar, guardé mis cigarros y cerillos en mi chamarra y decidí hacerlo, bajé directamente a sentarme con él, mi cuerpo pegado al suyo, como si lo conociera de antes, como si fuese esa tarde nuestro reencuentro, prendí un tabaco, nadie decía nada y de repente, comenzó a leer en voz alta -"Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero que es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso."-, terminando esa frase se volteó a verme, le sonreí diciendo que lo he visto muchas tardes sentado en el mismo lugar, contestó tocándome los labios con sus suaves dedos que él también me ha visto sola en el mismo lugar, yo no comprendía cómo si nunca me vestía como para llamar la atención,  observamos por largo tiempo nuestros ojos y pedíamos a gritos tenernos para amarnos profunda e intensamente; aquel dulce y agónico instante fue masacrado por un niño que llegó a intentar vendernos unos chicles, después de que se fue, reímos como tontos, como si en realidad nos estuviésemos reencontrando, pasamos hablando, riendo y fumando por un largo rato, nunca le pregunté su nombre, y no me lo dijo su tampoco su cabello medio largo, nos paramos y caminamos unas cuantas cuadras hacia la parada del colectivo, lo abrasé fuertemente sintiéndome correspondida, escuchando salir de sus ojos: -No te vuelvas a ir de mi- sellamos nuestro pacto con un beso…  
Él no volvió jamás a sentarse en ese sitio, frente mi balcón. 




Palomas de Otoño



Palomas de Otoño


Susana estaba harta de todo: de su familia, de sus amigos, de su escuela, incluso, estaba  harta de su ciudad, su vida... Recuerdo cuando nos sentábamos a fumar en la azotea de su departamento, teníamos una colchoneta para descansar y una sábana que nos daba sombra, 
Nos reíamos del caminar de las palomas, de lo feas que son y de lo diabólicas que se ponen cuando te ven a los ojos.

-Quiero irme- 
-¿Cuánto tiempo?-

Tardó un rato en contestarme, me vio como que arrepintiéndose de sus palabras, en cambio, mientras sacaba el humo de su cigarro me contestó con otra pregunta. Yo sin problemas la pude haber evadido completamente, era ella la que quería escapar de todo lo que ya tenía, era ella la que no podía tener una vida tan fácil, tan cómoda para alguien de nuestra edad: un trabajo en el cual eres tu dueño, donde ganas dinero sin tener que mover un dedo, un carro bonito, cuidado, siempre con olor a nuevo, unos padres que la apoyaban en todo, amigos que siempre la llamaban por teléfono preguntando cómo estaba, que llegaban a su loft a saludarla, para irse sin nunca acabar una buena platica, hacía algo muy bueno en su ciudad, mucha gente la quería, habían personas que la admiraban, y yo, yo sólo era una de sus tantas amigas más, lo que a mi me diferenciaba de todos, que yo pedía subir a la azotea a contemplar las feas y torpes palomas mientras platicamos de todo lo absurdo que es la vida, de las personas que nunca estamos conformes con lo que queremos, que siempre necesitamos más de lo que tenemos y cuando lo tenemos todos, queremos menos, me entiendes, no? Era ella, la que estaba inconforme con todo eso, nunca me lo tuvo que haber preguntado, si no lo hubiera preguntado o yo no lo hubiese contestado, todo lo de hoy, sería completamente diferente, Susana sería otra, o la misma que fue... o bueno, ella sería alguien.   

~

En especial usted debería saber qué es lo que ese perfume provoca sobre el río de mis venas, sobre mi sangre que fluye cada vez más rápido al inhalarlo ; sobre todo, usted debería tener en cuenta, que su aroma se impregna cada que se me acerca en la médula ósea, sepa también que es su alma la que no me deja desprenderme del cielo, que yo no puedo más tocar el suelo por lo completa que usted me hace sentir que estoy; que en realidad no estoy, ni soy y mucho menos estamos.
Usted, amigo de los fines de semana, usted, joven libertino y opresor de sus sentimientos, usted, espíritu vago, cuerpo centrado, yo quisiera que comprenda cuanto me gustaría ir caminando a su paso.  

~
Entre todo lo mencionado, entre eso, esto, ello y lo otro, mis pensamientos de ti fluyen como cual arroyo desciende para llevar consigo mil historias que pasan por los oídos de cautivos, de niños y sordos, de humanos completos de fortalezas, tristezas, riquezas y hambrunas, mis pensamientos brotan cómo pequeños borbotones de agua que bajan hasta el mar, perdiéndose lo dulce en la sal que reseca todo esto que realmente lo es nada sin tú a mi lado, siempre sonriente y sincero, entre las salinas y cálidas aguas del pacífico espectro que ronda entre nosotros, esa alma que intenta unirnos como mamá Celestina, entre mis pensamientos que inunda tu perfume, entre los recuerdos que se mezclan con los cuentos; entre la nada del todo, apareces tú, rodeándome con tus brazos e impregnando tu aroma desde una mirada asombrosa.
~
Sin embargo no te escribo, 
como tampoco le escribo al sol,
no te pienso al amanecer 
como tampoco le pienso al comer,
no te sonrío en el cenit de la luna 
pues yo ya no quiero ilusionarme,
quiero perderme como se pierden las montañas en el horizonte.
no te escribo en el amanecer 
por miedo a perder la luna al atardecer.

~
Cállate los ojos
apaga tus cielos
siente los colores
que aparecen en nuestros amaneceres
respira estos sonidos
que crecen con las flores
Cállate los ojos
porque dicen más de lo que quieres.
Besemos juntos todos los mares
llenos de versos e ilusiones.
Cállate los ojos 
y cierra tu boca
tócame el alma y encuentra mi mirada. 

Insania





¿Recuerdas aquel día que te confesó todo lo que sentía por ti? Meses antes, empezó a pintar un cuadro a tu nombre, cada día eras tú su única inspiración, te imaginaba cada noche, te suspira cada minuto, te imploraba en sus trazos el beso que le lleve hasta el cielo, pero para su suerte, ni siquiera le diste el que lo lleva al infierno –Ni pa Dios ni pal’ Diablo- Me lo dijiste con tu pinche risa burlona sílaba por silaba, como haciéndome énfasis cada que despegabas los labios para que nunca se me olvidara tu tonito infernal, tu sonrisa fingida, esa que te salía cada que hacías lo que se te pegara la gana, como diciendo al mundo entero que la reina de los malditos ha llegado, como reclamando victoria sobre todos los mortales; Ese cuadro que te digo me lo enseñó 2 veces, ¡sólo 2 veces! La primera fue recién lo acabó, cuando yo no sé por qué me intenté creer la celestina entre ustedes dos, cuando yo realmente sabía que a tus vicios nunca los ibas a dejar por él, creo que me empezaba a preocupar de más por él que intenté apoyarlo contigo –¡idiota de mí! Nunca confíes en una adicta al Crack y a cortarse las venas para ver su sangre que jura que es morada, además de que le gusten los hombres bien vestiditos (¡Claro! para que le paguen sus asquerosas malas vidas).- y la segunda vez que me lo enseñó fue cuando llegué a su casa porque no me contestaba el teléfono, al instante sentí un escalofrío que casi me paró el cerebro, agarré las llaves de mi carro aceleré a 180, pensé varias veces en llamar a la ambulancia para que lleguen antes que yo, pero algo pasó por mi mente por un buen rato de tiempo que logró calmarme –un puto policía que se le ocurrió ese día hacer su trabajo; como consecuencia a mi acto de valentía, debí restarle a mi miserable sueldo de 2000 pesos a la quincena una multa de 1800 pesos- y pensar que él estaba en el baño y de seguro por eso no pudo contestar, lo reflexioné tres veces e insistí en llamarlo, efectivamente, me confirmó que estaba en el baño, el mismo baño donde ella y yo estábamos a un solo punto de lanzar nuestra ropa y dejarnos llevar por los efectos de ese “Primo” que nos invitó uno de sus drogadictos adictos amigos (Pff! En esa pequeña reunión habían más de 100 personas, de las cuales él y yo sólo habíamos invitado a 30, conocí a varios extranjeros y uno que otro gorrón, sigo diciendo que eso fue la perdición para nosotros tres), entonces, llegué a su casa ya nada acelerada, me paré justo enfrente de su interfono como esperando a que me oliera para salir de la nada a abrirme, no sé que estaba pensando en ese instante, acomodé mis jeans, mi sostén y me prendí un tabaco… 






Té de Hierbabuena

http://aquinodevian.deviantart.com/



Todo comienza por un dolor de estómago… 
las emociones fluyen y te dejas llevar por todo; un té de hierbabuena es elegido por ella para curar cualquier anomalía que se presente.

Más abajo, exactamente en el vientre, llegan justo a tiempo las contracciones…
debía de ser en un día de fiesta, ¿verdad?,  no supe como más seguir llamando su atención,
un pollo mojado, espero que escuches esto… un pollo mojado con 3 pelitos y ojos grandes de color.   

¿A qué te recuerda tu primer beso? Secundaria, cuando el uniforme que llevabas era distinto al de ahora, o sea, hagamos cálculos de más o menos cuántos años tienes. Los años maravillosos, mi intención no es hacerte llorar, nunca. Cuando eras fan de esa serie de televisión. Cuando no pensabas en tener un hijo y muchos menos tres.

Sucedió hace casi veinte años; Un día antes –dicen- hizo un viento -exageradamente hablando- como estilo huracán, por supuesto que casi nadie se dio cuenta por estar en los preparativos de la cena del día siguiente. Ella cuenta que estaba como si nada cuando de repente pasó.

-Perdón- le dije al viento aquella noche, cuando tú estabas perdida en mis pensamientos, repetí el te amo ahora para ti, pero creo fue un poco tarde, ya estabas durmiendo en el sillón como de costumbre después de un largo día de trabajo: Hacer el almuerzo, llevar a los niños a la escuela, pasar a comprar algo para la comida, lavar trastes, hacer la comida, recoger a los niños, lavar trastes,  ayudar a la tarea escolar, hacer aseo, preparar la cena, lavar trastes.

Claro, fue el tercer parto, así que ya se la sabía… a la cría se la entregaron directo a los brazos de la hermana mayor, no paraba de llorar -necesitaba calor materno-, entonces las juntaron y fue una explosión de sensaciones para ella, la miró por un rato muy largo (pues al momento del primer contacto físico entre madre-cría, esta segunda suspiró con tanta fuerza que pudo calmar el berrinche y hacer un gesto en agradecimiento por la oportunidad para sobrevivir que le acababan de dar), desde ahí recalcó que seguiría luchando en contra del mundo si era lo necesario.

Amanecer cada día y verte sonreír es mi mayor anhelo, no sé que será cuando ya no vea tu sonrisa, se me parte el estómago en mil pedazos, entonces llegas, te sientas a mi lado en ese tu sillón blanco y me ofreces una taza caliente con té de hierbabuena. 




Algodón




¡Vamos!  Vamos a salir de nuestro ritual, dejemos lo de nunca para hoy, hagamos eso que siempre hemos querido hacer, escapemos de nuestra realidad y envolvámonos en las sábanas de la vida, esas sábanas blancas que dicen 100% algodón y hechas en México. Vamos a escaparnos un rato de la ciudad, viajemos juntos a donde quieras de por allá, donde nadie nos encuentre, donde nadie nos distraiga, donde nadie pueda quebrar nada, donde el papel burbuja existe por todos lados para amortiguar los golpes de las cosas frágiles cuando se caen, cuando intentan romperse, ¡vamos! Dame el beso de mi vida que te daré el beso que acabe con la existencia de las bardas, de los muros, de las mallas o como quieras tú llamarle. Vamos, seamos unos animales en la selva, corramos desnudos para aparentar otra cosa. ¡Vamos!  Riamos en este momento como si no tuviésemos mañana, amémonos en el pasto, en el lodo, en la arena o en el agua, echemos el materialismo por las ventanas, has que seamos uno, has de mi una sopa de piedra, vamos. Vamos, porque la gente empieza a gritar y no me logro concentrar, vamos, llévame contigo o dime que te lleve conmigo, ¡pero ya!, vamos. Vamos a desahogarnos con la señorita naturaleza, ella que siempre está ahí para escucharnos, vamos a contarle todos nuestros sueños, vamos a decirle que queremos estar juntos y lejos del mundo. Vamos! vamos a llorar como si estuviésemos desamparados, o mejor aún, vamos a llorar de felicidad, vamos a cantar con los ojos ahora ensangrentados que para nosotros no habrá un mañana si no reímos, si no contamos una de estas historias de locos, o si no danzamos bajo la luna estrellada, bajo el sol nublado… pero anda, ¡vámonos ya!